El asalto de las marquesas petitorias.
Caminaba por la calle despistada cuando de repente se me vino encima un morlaco de unos 400 kilos agitando una especie de jarra termomix cargadita de monedas: "¿Una ayuda para los niños huérfanos de Orejilla del Sordete?". ¡Dios! ¡Me pasó la jarrita a dos centímetros de la cara! Estuve hábil, me gusté en el requiebro, un ligero toque de caderas y me libré del bicharraco.
Sólo habían transcurrido dos minutos cuando el siguiente astado me abordó en una esquina: "Para salvar a las tortugas reumáticas que moran en el Manzanares". Esta vez tuve que recular un poco, hacerme sitio, y antes de rendirme contra la barrera le solté una Escobina de lujo, ¡viva la madre del Juli!, me quedó el pase tan bien plantado que la señora no tuvo más remedio que retirarse humillada y yo estuve a punto de llevarme la mano al escote y hacer el gesto de abrirme la taleguilla, pero a esas alturas de faena ya llevaba medio tetamen fuera y me pareció excesivo.
Ya iba crecida, ya pensaba cómo librarme de la siguiente Marquesa petitoria, " la recibo a puerta gayola y reviento la plaza"; "si no fuera sola hacíamos el número de los forcados"... esto último ya era fruto de mi enajenación transitoria por del momento de gloria vivido, la verdad es que no me veía sometiendo a la señora, rebozándome con ella por el suelo como si de una lucha de pressing catch se tratara...
Pero nada, no hubo más señoras, ni más jarras termomix, ni más chicuelinas ni medias verónicas...llegué a casa con el regusto amargo del que no remata la faena y de ahí éste escrito.
Y es que claro, no debe ser lo mismo que camines por Serrano y te venga la Marquesa de Cremademelónconvirutasdececina a pedirte una limosnita por los Bulldogs franceses que no tienen microchip de última generación, que pasees por una ciudad de provincias y la "señá" Antonia se te venga encima sin control ninguno. Yo, que soy muy servil, ante la sra. Marquesa humillo como nadie, dejo que me den un bajonazo y remato estirando la pata tras siete puntillazos dados por el subalterno tuerto de la cuadrilla, la "señá" Antonia mismamente.